Soy Walter Mauricio Robles Rosales, abogado peruano, Profesor Principal de la Facultad de Derecho y Ciencia Política de la UNFV, especializado en Derecho Constitucional y Ciencia Política en pre grado y en las mestrías y doctorado.
Director de la Escuela Profesional de Derecho de la UNFV desde enero del 2011 hasta la actualidad. En este Blog, usted podrá encontrar artículos, ensayos y trabajos de investigación sobre Derecho Constitucional, Derechos Humanos, Derecho Administrativo, Ciencia Política, Conciliación, entre otros. Mediante esta página web pongo a disposición de todas las personas mis trabajos, asi como los comentarios de análisis político que realizo a través de diferentes medios de comunicación y eventos académicos que se llevan a cabo en mi país.
jueves, 26 de junio de 2008

PostHeaderIcon De la democracia al desarrollo

La democracia como sistema político tiene estrecha relación con la igualdad, libertad, desarrollo social y económico, equidad, respeto a los derechos fundamentales, justicia transparencia, delegación de poder y participación política en los quehaceres del Estado. La democracia es un proceso de construcción social y político tendente hacia el desarrollo humano. Como bien dice el profesor Alain Touraine el desarrollo no es la causa sino la consecuencia de la democracia.

Entonces es preciso generar un sistema inclusivo y coherente cuya estrategia incida en diseñar políticas públicas agresivas posibilitando una megainversión en la educación, infraestructura, agricultura y salud. Aquí la corrupción debe ser extirpada con el filo de la radicalidad, aún cuando el agente delictuoso sea un empingorotado miembro de la cofradía partidaria; integración productiva y social que liquide la fragmentación y el clientelismo aprovechando la fecunda biodiversidad de los pueblos. La meta: reducir la pobreza. Creo que éstas son las condiciones básica para ir construyendo una cultura democrática.

Es en este contexto en que el INEI informa la reducción de la pobreza en un 5.2% y la extrema pobreza en un 2.4% en el 2007 considerándose como uno de los logros sobre los cuales debe transitar todo proceso democrático. Sin embargo, algunos sectores políticos se muestran incrédulos aduciendo una maniobra política recreativa o reeleccionaria que avezadamente esgrimiría el gobierno, porque “nadie ve ni siente” esa parcial mejora económico-social.

Probablemente no le falta razón a los adversarios del oficialismo en su escepticismo histórico, pues desde el siglo pasado esa democracia ha pertenecido sólo a los pudientes, a las grandes ciudades costeñas y a cierta clase política que parasita de la administración pública. Se ha constatado cotidianamente que la desigualdad social, la depredación, la exclusión, la miseria, el desempleo, el analfabetismo y la tuberculización son hijos incuestionables de esa democracia de neón y fantasía impuesta en la sociedad peruano utilizando el electoralismo y la economía de mercado.

La pobreza atenazó con sus garfios malditos las entrañas de pueblos rurales y periféricos de las grandes urbes. En esos espacios el hambre aún es un círculo infinito de inequidad deteriorando genes y valores de generaciones de peruanos que hoy se van horadando por la presencia inevitable de la globalización y la descentralización. No olvidemos que ahora lo aislado se universaliza

Y a simple vista pareciera que todo esfuerzo es vano; y que basta un mohín de incredulidad cuando se anuncia un crecimiento económico sostenido, y que el monstruo de la pobreza, supuestamente invencible, va lentamente retrocediendo ante el avance de las huestes de la inversión y del empleo. No nos debe llamar la atención que el demonio de la frustración constituye la regla y no la excepción, pues en el Perú -según encuesta del PNUD(2006)- existe un 85.1 % de desencantados de la democracia. Su desconocimiento y desinterés residen en mayor proporción en Huancavelica, Pasco, Ucayali, Cajamarca, Tacna, Amazonas y Ayacucho. Hasta allí poco o muy poco ha llegado la ciudadanía, los valores cívicos, el mercado, la descentralización, vale decir, el Estado. Existe una precaria institucionalidad democrática.

No obstante existen indicadores económicos que evidencian inversiones en diferentes áreas de la producción y del trabajo que han permitido generar más empleo o atenuar paupérrimas condiciones de vida gracias a programas sociales (crecer, juntos), los cuales han focalizado su estrategia en aquellos lugares donde la geografía de la pobreza es harto manifiesta. Es bueno saber la firme decisión del gobierno de construir las carreteras transversales y transoceánicas que integrarán pueblos de la costa hacia el oriente amazónico. Es un acierto transferir 52 millones de soles a los gobiernos regionales para que realicen obras.

Ahora hay que afinar las políticas públicas en el marco de un planeamiento de la actividad productiva y mantener un diálogo intenso con la sociedad civil en la búsqueda del consenso, porque en el esfuerzo de construir democracia hacia el bien común, se requiere de menos mezquindad y más solidaridad. Bien decía Roberto Zoellick, Presidente del Banco Mundial, “ mientras hay quienes están preocupados por llenar el tanque de gasolina, muchos otros están luchando por llenar su estomago.”