Soy Walter Mauricio Robles Rosales, abogado peruano, Profesor Principal de la Facultad de Derecho y Ciencia Política de la UNFV, especializado en Derecho Constitucional y Ciencia Política en pre grado y en las mestrías y doctorado.
Director de la Escuela Profesional de Derecho de la UNFV desde enero del 2011 hasta la actualidad. En este Blog, usted podrá encontrar artículos, ensayos y trabajos de investigación sobre Derecho Constitucional, Derechos Humanos, Derecho Administrativo, Ciencia Política, Conciliación, entre otros. Mediante esta página web pongo a disposición de todas las personas mis trabajos, asi como los comentarios de análisis político que realizo a través de diferentes medios de comunicación y eventos académicos que se llevan a cabo en mi país.
lunes, 14 de julio de 2008

PostHeaderIcon El constitucionalismo integracionista de Haya de la Torre

A propósito del Seminario Internacional organizado por el Instituto de Gobierno de la USMP y bajo los auspicio del Convenio Andrés Bello, se ha reflexionado en alta voz en torno a la propuesta de Haya de la Torre en el tema de la Integración de los pueblos de A.L. Este importante espacio de diálogo, donde han participado prestigiosos estudiosos de los problemas de la región, ha permitido dar cuenta de los defectos, aciertos y debilidades del proceso unionista.

Haya de la Torre, heredero de Francisco de Miranda y de Simón Bolívar, puso en la agenda política del hemisferio, desde el 7 de mayo 1924, la urgencia y necesidad vital de integrar a A. L. como la alternativa correcta para lograr no sólo su liberación del yugo imperial, sino además, consolidar sus esencias nacionales. Su proyecto de Integración tiene tres dimensiones: Histórico-político: en los valores y forma de gobierno de los imperios inca, maya y azteca sobre los cuales el invasor español construyó sus virreynatos y capitanías los mismos que integrados y emancipados deben lograr su autonomía política. Económico: la explotación inmisericorde de nuestros recursos bajo la férula de una estrategia imperialista denominada por Haya de la Torre como “los cuatro grandes sectores”, tesis aprobada en el Primer Congreso Antimperialista Mundial de Bruselas (1927), que define las zonas de influencia y características que tendría su liberación. Y Cultural: las raíces étnicas, lengua y religión homogéneas engarzan nacionalmente a los pueblos que van creando un mestizaje que los identifica como un Pueblo-Continente.

Al fundarse la Alianza Popular Revolucionaria Americana en México (1924) planteando los cinco puntos de su Programa Máximo, el cual sintetiza la estrategia de unidad y defensa continental, que los hace suyo al constituirse el Partido Aprista Peruano (1931), sufrirán el rechazo y el veto de las clases dominantes nativas, expresadas en la dictadura sanchecerrista, consagrándose la infamia en el torpe Artículo 52° de la Constitución de 1933: “ El Estado no reconoce la existencia legal de los partidos políticos de organización internacional. Los que pertenecen a ellos no pueden desempeñar ninguna función pública.”

A inicios de la 2° Guerra Mundial, Haya de la Torre, frente a la amenaza del totalitarismo nazi-fascista, redacta el Plan para la Defensa de la Democracia en América (1941) mediante el cual se afirma la democracia en Indoamérica en sus aspectos político, jurídico y económico, basado en dos conceptos fundamentales: Soberanía e Interdependencia, reconociendo dos grandes zonas económicas: la de los Estados del Norte, industrializada y financiera, y la de los Estados Indoamericanos, prevalentemente agrícola, minero y materias primas. Ambas zonas pueden establecer relaciones de cooperación y de intercambio en un “Interamericanismo democrático sin imperio” basado en el respeto mutuo, sin hegemonía ni dominación, fundamento previsor de los tratados de libre comercio.

Es el aprismo el primer movimiento político en A.L. que incorpora y desarrolla la doctrina de la unidad, inspirada en aquellos grandes y poderosos Pueblos-Continente, dueños de ingentes recursos y poblado por millones de habitantes como EE. UU, de Norteamérica, la Rusia Soviética, la China, India, que han superaron berreras idiomáticas, tradiciones y etnias, con el objetivo de sobrevivir y conquistar otras tierras y mercados. Los demás partidos de derecha e izquierda la enarbolan muchos después de constatar que la tesis de la Integración no es una utopía, sino una realidad.

Así pues, es necesario, crear un “estado de conciencia”, que genere “un patriotismo continental”, al decir de Haya de la Torre, como un despertar revolucionario de los pueblos. El consenso llegaría en la Asamblea Constituyente de 1978-1979, cuando el Enunciado Segundo del Plan Máximo del APRA: “Por la unidad política de América Latina” se convierte en fuente del Capítulo IV, cuyo título es el “De la Integración”, Art. 100° de la Constitución de 1979: “El Perú promueve la integración económica, política, social y cultural de los pueblos de América Latina, con miras a la formación de una comunidad latinoamericana”. Para tal efecto se requiere formas de acción y un sentimiento generosos de solidaridad, tal como rezan el Punto Primero y Quinto, respectivamente del Plan Máximo: “Acción contra todo imperialismo” y “Solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo”, irrecusable abrevadero del Art. 88° de la referida Carta Magna: “El Estado rechaza toda forma del imperialismo, colonialismo, neocolonialismo y discriminación racial. Es solidario con los pueblos oprimidos del mundo”. Ésta convicción integracionista se ratifica en el Art. 106°: “Los tratados de integración con Estados latinoamericanos prevalecen sobre los demás tratados multilaterales celebrados entre las mismas partes”.

Lamentablemente, en la Constitución de 1993, se reduce el tema de la integración a su mínima expresión, escondiéndola dentro del Art. 44°, en una norma que trata sobre la defensa de la soberanía nacional, los derechos humanos, la seguridad, el bienestar general y políticas de fronteras; su débil referencia sólo alcanza a expresar escuetamente en su párrafo segundo:“promover la integración, particularmente latinoamericana”. A este respecto, el prof. Enrique Bernales comenta críticamente que “esta norma, por cierto, debió merecer tratamiento en un artículo propio, porque engloba a otras dimensiones del Estado; responde a la necesidad de un país de incorporarse en el marco más amplio de los grandes acuerdos regionales y funcionales que existen en el mundo...”

En la historia política de A.L. se han dado los primeros pasos: El ALALC, el Pacto Andino, el MERCOSUR, la Comunidad Andina, el CARICOM, EL CAFTA, Parlamento Andino, Parlamento Latinoamericano, etc. Sin embargo, es insuficiente. La amenaza de la globalización que podría desmantelar los sistemas productivos nacionales requiere respuestas coherentes y comunes. Después de 80 años, el pensamiento político de Haya continúa vivo. El cómo hacer nos corresponde. Ese es el reto.